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Selección absoluta 2012-2020: muchas sombras, pocas luces.

'Agradezco la gentileza del titular de este blog al ofrecerme su plataforma para difundir la pequeña serie que hoy termina de cuatro artículos sobre la selección absoluta de fútbol masculino, que han tratado de aportar alguna reflexión novedosa sobre la situación del pasado reciente y del presente del equipo nacional. Javier Satue'

Se cumplirán en estas fechas 10 años desde que España logró su triunfo más importante en un evento deportivo a nivel mundial: la copa del mundo de Sudáfrica. Con el añadido que no fue un campeón más; su victoria  concitó un reconocimiento unánime de justicia y belleza, pues practicaba por aquel entonces ( desde que Luis se hizo cargo en 2004) un juego diferente a todo que se había conocido hasta entonces, con unas cadencias de ritmo y control psicológico nunca vistas hasta entonces en la alta competición por naciones.

No había solistas, pero la armonía acompañaba los movimientos de una orquesta  bien afinada que más bien ronroneaba  casi todo el tiempo como un felino perezoso, para soltar su zarpazo letal de improviso y volver el partido a una calma previa. Como una piedra tirada en un estanque tranquilo.

El observador podía comprender que estaba viendo algo nuevo que desmontaba los esquemas en los que el juego había sido percibido durante más de un siglo. El seleccionador alemán, Löw, escaldado ya de la final de la Eurocopa de 2008, declaró al término de la semifinal en Sudáfrica que España era el equipo más fuerte al que se había enfrentado nunca. Un entrenador que ya  quedó noqueado en 2008 no por perder, sino por la forma y el modo en que su equipo había sido sacado  del partido: sin ocasiones, sin contrajuego, sin hacer valer su fuerza física contra un enjambre de bajitos bien colocados pasándose la pelota sin aparente peligro, en largos soliloquios a primera vista inanes pero que iban minando paciente e implacablemente las posibilidades germanas hasta convertir su paso por el campo en la viva imagen de la impotencia y de la irrelevancia. Y era una semifinal de una copa del mundo.

Desgraciadamente para Alemania, para Löw, al que cabe imaginar como  el comandante meticuloso  de una división panzer , la selección española se convirtió en su bestia negra y podría intuirse que su mayor reto personal desde 2008 fue poder vencer  a España en una fase final con las mismas armas que lo aniquilaron sin una palabra más alta que otra dos veces. Una lluvia fina, una espita de  gas  a pequeñas pero ininterrumpidas dosis letales que había asolado a Alemania llevándola a una muerte dulce que seguramente encajò en su fuero interno como una humillación sin precedentes. Pero esa venganza no se ha producido desde entonces; puede achacarse simplemente a los sorteos y las circunstancias, pero fundamentalmente ha sido porque España ha bajado su rendimiento.  Podría aventurarse incluso que lo que hubiera satisfecho personalmente a Löw habría sido ganar a España en Brasil y, entonces sí, salir campeona, si bien quedó en el aire la sensación de que había ganado subrogándose en los métodos de España. Pues España abdicó de si misma en Brasil sin ninguna razón objetiva, sin ningún análisis, sin ninguna paciencia ni estrategia, movida por impulsos irracionales y una planificación nefasta en altura, única selección que lo hizo,  sin aclimatarse correctamente a las condiciones de calor y humedad donde se disputarían los partidos.

Movida también en parte  por la mentalidad de la prensa y las palancas emotivas asociadas al Real Madrid. Casi siempre  que ha caído la selección en manos del entorno madridista, promocionando  a sus jugadores por encima de sus méritos, y a su entorno, la selección se ha despeñado en la irrelevancia.

Sin que quepa oponer a ello la etapa de Del Bosque, trufada de adn blaugrana en el equipo triunfador  que aún así coqueteó con el desastre demasiado a menudo.

La inclusión de Casillas en el equipo titular fue el detonante del descenso a los infiernos en Brasil, en compañía de un nacionalizado (¡¿brasileño?! ). Costa esperado por del Bosque de sus lesiones como un maná absurdo, nulo e incapaz de entender el papel de 9 en  un juego elaborado.

Mientras  nos auto condenábamos, Alemania, herida en su orgullo y fascinado su comandante al mismo tiempo, habiendo  diseccionado  el juego español y fusilado sus cadencias, obtuvo la primera copa del mundo de un equipo europeo en América del Sur, metiendo siete goles a Brasil en su casa, en la mayor humillación de los pentacampeones en toda su historia.

Un sitial que podría haber ocupado España, inventora de la patente.

Desde entonces, la Eurocopa 2016 significó una nueva decepción como ya se ha apuntado en otro sitio, con un del Bosque rebasado e inane, pasado por encima en los octavos frente a Italia en una primera parte directamente indigna.

Su relevo por Lopetegi dio un ligero respiro y un cierto retorno a un concepto más canónico del juego que se malbarató en el peor momento en el mundial de Rusia, con la intervención catastrófica del Real Madrid la misma semana de inicio de la competición ( y caprichosa, pues Lopetegi duró 107 días  en el nuevo cargo) y, para redondear, su sustitución  federativa por Hierro, otro hombre del Real Madrid al frente, ( ¡más madera!), inexperto como entrenador y nulo en su aportación, teniendo el dudoso honor de haber sentado a Iniesta en los octavos frente a Rusia como Del Bosque sentó a Xavi frente a Chile, con resultados conocidos. Puede decirse que  han tenido a su disposición la piedra filosofal y la han utilizado en  momentos críticos de pisapapeles.

Qué lamentable recordar ahora la imagen de jugadores y técnicos antes de los penaltis en octavos  frente a Rusia, hablando sin haber reservado el cambio del portero, sin saber hacer, improvisando, sin determinación ni autoridad y  sin la suerte que no mereces.

Después del desastre ruso, llegó Luis Enrique y contra toda lógica quedamos apeados de la Liga de naciones por un juego ramplón de ida y vuelta que nos igualaba  al resto de selecciones, sin que en el fracaso y en un estilo personal  que alguno puede confundir con personalidad, se diera por aludido.

La triste situación familiar del seleccionador le obligó a hacerse a un lado, y la selección encontró casi por casualidad su oportunidad de regenerarse con Moreno, quien había vuelto a hacer recitar  a España su libreto de control y buen juego, pero de nuevo ha vuelto la  burra al trigo  ( ¡esto es España!) y la federación ha repuesto a Luis Enrique, hasta la fecha  cómodo en su papel altivo, del sostenella y no enmendalla tan desolador, con el que, ya lo hemos comprobado, nos abonamos a una pose prepotente y a salir por la puerta de atrás sin que tenga la culpa de nada.

Termina ya  esta pequeña serie con un enlace a un escrito que resulta un resumen perfecto de la situación publicado en el diario argentino Clarín tras la eliminación en Rusia 2018.

https://www.clarin.com/deportes/mundial-2018/espana-renuncio-idea_0_HJwrKqDMX.html

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